Caminamos Sur América: Lago Titicaca, La Paz y Los Yungas

domingo, 1 de julio de 2012

Lago Titicaca, La Paz y Los Yungas


Llegamos a Copacabana temprano, en la mañana, luego de haber cruzado la frontera. Copacabana es un lugar con una infraestructura turística preparada. Hay todo tipo de alojamiento, restaurantes, operadores de planes turísticos, etc., de resto, no ofrece mucho. Lo más lindo es que está a orillas del Lago Titicaca y el paisaje es hermoso. Entonces decidimos quedarnos una noche ahí, en el hostal Gabriel, que nos cobro 15 bolivianos a cada uno, como un poco más de 2 USD. En la tarde paseamos por ahí, almorzamos en un restaurante que pintaba re bueno porque siempre estaba lleno, pero fue el peor almuerzo del mundo. Ahí ya luego dormimos.


Al otro día, compramos algunos víveres, y cogimos una embarcación rumbo al norte de la Isla del Sol. Luego de 2 horas y media de viaje a 10 km/hr, llegamos. Ahí, desafortunadamente nos recibieron muchos niños, que enviados por sus padres, ofrecían todo tipo de alojamientos. Decidimos seguir a un chico, que nos llevó al hostal de Doña Adela y Fredy. Un hostal que todavía no tiene nombre porque es nuevo, que te cobran 20 bolivianos y todavía no 25 bolivianos por persona, sólo porque aún no tiene baranda la terraza del segundo piso. Total, llegamos justo a tiempo para coger la mejor habitación. La habitación que todos los días nos permitía soñar despiertos contemplando el paisaje más hermoso, vimos amaneceres y atardeceres, la luz del sol pegando el agua azul profundo del lago, destellando e iluminando el ambiente. Así, pasamos 4 noches y 5 días, leyendo, viendo películas y descansando. 




 El norte de la Isla del Sol es menos turístico que el lado sur, por lo que conseguir variedad de comidas es difícil. Nos las arreglábamos cocinando pasta, sanduches de huevo y tortilla. También, aguantamos un poco de frio, porque empieza el invierno pero nada grave aún. Un día fuimos a conocer las ruinas donde según dicen surgió la civilización Inca. Vimos la mesa ceremonial, la piedra sagrada y el laberinto. Otro día, decidimos meternos al agua. Tras pensarlo mucho, nos pusimos los vestidos de baño y bajamos a la playita del lago. Euse se fue primero y se metió, luego fui yo. Nos tocó correr para entrar y mojarnos, porque el agua estaba tan fría que se te metía en los huesos y te congelaba. Así, entramos 3 veces, gritando y riéndonos del frio que hacía. Al final, fuimos felices de haber entrado al agua.


Un poco tristes nos fuimos de la isla hacia la Paz, y es que partimos porque estábamos cansados de comer lo mismo todos los días. A La Paz llegamos como a las 5 pm luego de tres horas de bus y un ferry. Entramos por "El Alto" que es una ciudad que fue construida luego de La Paz y que está a lo alto de las montañas que rodean la capital. El paisaje es muy lindo, porque abajo se ve la gran ciudad, y alrededor montañas rocosas y más atrasito se ven varias montañas nevadas. Llegamos al terminal central y cogimos un taxi que nos llevó por todo el centro de la ciudad hasta llegar al Hostal El Solario que nos había recomendado nuestro amigo Walter. El hostal está administrado por unas cholitas que todo el día se la pasan escuchando música típica romántica, comen almuerzos corrientazos y no se preocupan mucho por la gente y por lo que pasa en el hostal. Pero está cómodo, tiene una buena cocina, buenas duchas y cuartos.

La Paz me impactó desde el primer momento. Es una ciudad con mucho movimiento, manifestaciones, vendedores ambulantes, turistas, tráfico, smog y todas las demás cosas que tiene una ciudad capital. Pero una de las cosas que más me impresionó fue la venta ambulante. Las cholitas están por todas partes vendiéndote desde ropa, ollas, comida, etc. Ellas no tienen ningún problema en sacar todo lo que vende un supermercado a la calle para la venta, entonces si uno quiere un desodorante o una crema dental, sólo necesita salir a la esquina y seguro lo encuentras. También están aquellas quienes venden pan, se parquean en las esquinas, sacan bultos y bultos de pan de diferentes tamaños, formas y texturas, y están ahí todo el día.

En La Paz estuvimos casi 2 semanas, porque Euse trabajó unos días para la Fundación para la que trabajaba en Bogotá, en asociación con la Fundación Praia que trabaja con indígenas en Bolivia. El resto de los días, estuvimos paseando por la ciudad, conociendo la Plaza Murillo, donde está la catedral y la sede del gobierno, y en donde por unos cuantos días, miles de manifestantes que venían desde Potosí, le exigían al gobierno no dar en concesión a una empresa canadiense la explotación minera de la zona. También pasamos por la Iglesia San Francisco, Sopocachi y el barrio San Miguel donde se encuentran restaurantes y es la zona más moderna de la ciudad. Justo empezaba la Eurocopa y en el hostal en cada uno de los 2 televisores que había, nos congregábamos gente de todas las nacionalidades para apoyar a los equipos. Así, pasé el tiempo que Euse se iba a trabajar.





También vimos los partidos de las eliminatorias suramericanas y fue ahí donde conocimos a nuestros hoy queridos amigos Andrés y Marcela. Él uruguayo y ella chilena. Al igual que nosotros, ellos viajan por el continente. Un día nos invitaron a Tiwuanaku. Entonces, cogimos bien temprano una combi vía el sitio arqueológico. Llegamos 1 hora y media después. Tiwanaku es famoso porque fueron uno de los pueblos que construyeron MachuPicchu gracias a su conocimiento y manejo de la piedra, porque en las ruinas hay caras de extraterrestres hechas en piedras, porque en sus cerámicas se encuentran figurines asiáticos de más de 1500 años, por sus monolitos gigantescos, y porque las ruinas son aún un misterio. Ahí recorrimos los 2 museos y los 2 sitios arqueológicos que por los 80 bolivianos están incluidos. Pasamos felices y contentos con ellos.






Un día por fin, luego de que Euse acabara su trabajo, dejamos atrás La Paz y nos fuimos hacia Coroico. El lugar es una pequeña ciudad que queda en los Yungas, considerados una ecoregión por contener una mezcla de verdes laderas, precipicios, ríos, cascadas y una numerosa vegetación. Están situados en la bajada de la cordillera oriental de los Andes hacia la cuenca amazónica con una altura que varía entre los 600 y los 2.500 metros sobre el nivel del mar. Apenas llegamos y nos bajamos del combi, nos encontramos de nuevo con Andrés y Marcela, quienes nos invitaron a quedarnos en una casita de adobe en Yolosa, un pueblito cerca de ahí. Al final, nos quedamos una noche en Coroico y al otro día nos fuimos para Yolosa. Cuando llegamos, ya ellos nos estaban esperando para indicarnos el camino hacia la casita. El trayecto es un sendero por en medio de la montaña en subida, que con las maletas y el mercado que llevamos se hizo un poco dificil. Luego de 20 minutos ya estábamos ahí. La casa es de adobe y tiene dos pisos. Nos recibió Daniela, una chilena que vive ahí con su novio Nacho, el boliguayo, quien lleva 12 años viajando. También nos recibieron 3 argentinos y 3 chilenos. Total, fuimos muy felices porque era nuestra primera vez de vivir en una comunidad. Cada quien se encargaba de una tarea, entre buscar leña, organizar el espacio, cocinar, picar, traer agua, lavar, etc. En la montaña no hay agua ni luz, por lo que toca ir a buscar agua a un arroyito cerca y comprar velas o tener linternas para la noche. Para ir al baño, hay una palita especial para escavar, y todo el monte para hacer sus necesidades. Y para la ducha, tienes un río hermoso, de agua fría pero cristalina, que forma piscinas naturales. Entonces, ese primer día, apenas llegamos, decidimos todos bajar al río a bañarnos, y pasar unas cuantas horas tomando del sol.


Así, hemos pasado la primera semana, entre el rio, la fogata, la cocinada, las noches de canto, los cuentos que cada persona tiene encima, los dichos de cada uno de los países, etc. Así también se han ido las personas, hasta los dueños, dejándonos desde ayer y por unos cuantos días, encargados de la casa. Ni nosotros mismos podemos creer lo que estamos viviendo, pero el camino nos ha presentado a personas lindas, paisajes alucinantes y la mejor energía del mundo. Entonces, aprovechando de la situación, hemos decidido quedarnos unos días más, haciendo taller (tejiendo las manillas del negocio) y disfrutando del río, del calor, del silencio de la montaña, de los pajaritos en la mañana y de vivir si afanes, a otro ritmo y sin tiempo.   






Pronto les contaremos más!! un abrazo a todos nuestros lectores.


4 comentarios:

  1. Muy bacano eso de vivir sin afanes y disfrutar a PLENITUD el presente, sentir el placer de los cuadros naturales infinitos en extasis prohibidos y poder compartir y disfrutar aunque sea solo un instante la vida de la comunidad.....

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  2. Que buenos dias en la Yunga!!! Lindisimos recuerdos al leerlos. Por donde anden la mejor de las buenas ondas muchos abrazos y besos de Marcela y Andrés!!! Sigan caminando que los esperamos en Montevideo

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    1. Mira que ya estamos en Salta, el viaje se acelera a mediad que se va haciendo flaca la billetera, jeje. ustedes también van como rapidito... a este pasó nos encontraremos en Montevideo.


      Un abrazo enorme

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