De Chile salimos con un sabor
agridulce. El país es re lindo, tiene gente muy amorosa, amable y familiar,
tiene paisajes increíbles y ciudades hermosas, pero su historia al igual que la
de los demás países latinoamericanos ha sido difícil y desafortunada. Me duele
Chile, al igual que me dolió Bolivia y Colombia. Pero algo muy bonito fue que
conocimos a Gabriela Mistral. Así como dijo Euse, nos encontramos con ella sin
prejuicio alguno y fue fantástico. Ella creció en el Valle del Elqui, ese lugar
especial que decía Euse, donde las energías se te meten en el cuerpo sin saber
como, pero te hacen bien. Fue maestra, diplomática, poetisa, madre de su
sobrino pero sobre todas las cosas fue humana. Cuando leí en el museo de
Vicuña, las frases que escribía sobre la importancia de la lectura, sobre los
niños de su valle y sobre el reconocimiento de los pueblos latinoamericanos,
supe que era alguien para especial. Me gusta creer que un país o una sociedad
definen su “futuro” en la manera en como tratan a sus niños y a sus niñas.
Al final, Gabriela donó parte de sus premios para ofrecer espacios de desarrollo
personal y educativo para los niños de su valle. Admirable.
Entonces estábamos en Valdivia,
una ciudad preciosa que nos recibió y nos despidió con lluvia. En la mañana
tomamos un bus vía San Carlos de Bariloche, Argentina. Como a las 3 horas de
camino, empezamos a ver los lagos. Esos lagos que son re famosos por estar en
el circuito de los 7 lagos, pero que por cada día de tour en bote te cobran 260
dólares. Sin embargo, ese tour debe hacer algunos tramos en bus, porque hay
algunos lagos que no se conectan por agua, por lo que toca hacerlo por
carretera. Total, nosotros lo hicimos todo por carretera, y si bien no será lo
mismo que por bote, es también re lindo. Montañas nevadas, bosques llenos de
nieve y ríos, una naturaleza diferente a lo que habíamos visto antes. Luego,
pasamos la frontera sin ningún problema y muy pronto estábamos en Bariloche.
Como muchos nos habían dicho, Bariloche es
espectacular. A orillas del lago Nahuel Huapi, la ciudad parece Suiza. Casitas
de madera con grandes marcos en sus ventanas, chocolaterías y montañas nevadas.
En el terminal cogimos un bus hacia Playa Bonita, que está pasando el pueblo de
Bariloche, cerca del Cerro Catedral; un lugar donde hay hoteles para todos los gustos al frente del lago.
Llegamos al hostal Alaska. Una casita re típica, con una gran cocina, 2
neveras, sala de televisión y unos buenos cuartos. Estaba fantástico. Nos
recibió un grupo de argentinos que van todos los años para la temporada de ski
y Naty, la dueña del hostal que nos mostró todo lo que podríamos hacer en Bariloche.
Entonces, a gusto en el hostal, se nos pasaron muy rápidamente 4 noches y 5
días.
Descansamos, paseamos por el
centro, subimos caminando el Cerro Campanario, que según NatGeo tiene una de
las mejores vistas del mundo y visitamos la Colonia Suiza y su mercado de
domingo.
Bariloche me pareció re lindo,
pero me parece que no tiene una esencia propia. Es Suiza, con sus lagos, sus
canchas de ski, sus montañas nevadas y sus chocolaterías. Es hermosa e
impactante la vista desde el Cerro Campanario, donde se ven las pequeñas
islitas en los lagos, los bosques tupidos y al fondo por lado y lado muchas
montañas nevadas.
Es una ciudad costosa, turística y muy visitada por los
esquiadores de temporada. Igual, pasamos felices y recargamos energía para lo
que sería el gran Buenos Aires.
Salimos para el capital en un bus
a medio día. Pasamos casi 24 horas viendo un paisaje hermoso, toda la pampa
argentina, donde hay cientos de kilómetros de terreno plano, fincas ganaderas y
muy pocas personas. Argentina es un país inmenso.
A Buenos Aires llegamos como a
las 10 am. Nos dirigimos a la oficina de turismo donde nos dieron un mapa y
tips de lugares para conocer. Compramos la tarjeta del sistema integrado de
transporte que incluye el subterráneo y los micros, y tomamos el metro hasta la
estación Independencia en el barrio San Telmo. Ahí caminamos 2 cuadras y
llegamos al Hostal Pax, en el que habíamos hecho reserva y era uno de los más
baratos, 30 pesos argentinos por noche, a cambio extraoficial 5 USD por
persona.
Ese primer día, luego de
ducharnos, salimos a buscar almuerzo. Decidimos caminar un rato por San Telmo,
barrio bohemio por excelencia, donde hay muchas tiendas de ropa de diseñadores
independientes, un mercado muy famoso por sus anticuarios y la Plaza Dorrego
donde los artesanos se sientan a vender sus artesanías. Luego de una pizza, que
es lo más barato que se consigue en argentina, caminamos hasta Puerto Madero. Y
ahí, puedo decir que me enamoré de la ciudad. Demasiado lindo es el antiguo
puerto. A lado y lado del río, en la costanera, hay restaurantes, cafés y
bares. Sergio Calatrava hizo el famoso Puente de la Mujer, que une los dos
lados del río y adorna el paisaje. Paseamos por todo el paseo del puerto,
observando la arquitectura ecléctica del centro de la ciudad, y disfrutando del silencio de la zona.
Buenos Aires me sorprendió mucho.
Iba con mucha expectativa y salí feliz de haber estado ahí. Es una ciudad que
resalta su centro histórico y lo respeta. Limpio, caminable, seguro, hermoso.
Recorrimos la avenida 9 de Julio, la más ancha del mundo, como 8 carriles para
cada lado. El obelisco que se para en el centro y es punto importante de
orientación. Visitamos la Plaza de Mayo, donde está la Catedral, el cabildo y
la casa rosada, que me pareció re linda y su color resalta en medio del
asfalto. Justo ese día que visitamos el centro histórico, en la plaza había una
manifestación de organizaciones civiles que reclamaban al gobierno que se
nomina de izquierda, un poco de igualdad. Una de las frases que decían y que
nos impactó mucho fue “queremos decirle a nuestra presidenta que con 6 pesos no
se come”. Varios líderes sociales hablaron e hicieron mucho énfasis en el
aumento de precios de la canasta básica y el desempleo. Luego de escucharlos un
poco, seguimos nuestro camino hacia la calle peatonal Florida, que está llena
de comercio y de gente cambiando dólares.
Algo que me ha parecido muy importante de las ciudades capitales que
hemos visitado, es que cuidan mucho su centro histórico, siempre es limpio,
seguro y organizado. Todas: Quito, Lima, La Paz, Santiago y Buenos Aires. Y me
pregunto porque Bogotá no es así.
En Buenos Aires nos movimos como
peces en el agua. Euse me decía que yo seguramente antes, en otra vida había vivido ahí
porque parecía que lo conocía todo. Me orienté muy fácil y además porque el
transporte público funciona re bien. Buses para todo lado, metro que llega
rápido y fácil, la verdad que es fantástico.
Estuvimos de compras en los
outlets de Palermo, recorrimos un sábado el mercadito de la Plaza Serrano,
donde en los bares se tiende la ropa de los diseñadores independientes, y casi
me vuelvo loca con los diseños. Hay para todos los gustos y de todos los
precios. Palermo es un barrio más sofisticado, de restaurantes y cafés, tiendas
y parques.
También caminamos La Recoleta,
plazas de todos los países y la famosa plaza de las Naciones Unidas donde se
encuentra el monumento Floralis Genérica, una flor gigante que en la mañana se
abre y en la tarde se cierra. Hermosísima.
La Boca, ese barrio cuyo nombre
lo dice todo. Nos pareció pintoresco y demasiado turístico. El Caminito, es el
museo al aire libre, las casitas pintadas de colores amarillos, azules, lilas,
verdes y rojos. En cada restaurante, una pareja bailando tango y un voceador
vendiéndote el menú del día.
Es
re lindo caminar por ahí, artesanías, pinturas, todo en la calle.
Además,
a unas cuadras de Caminito, está la famosa Bombonera. Pintada de amarillo y
azul se siente imponente. Justo ese día que queríamos entrar, no pudimos porque
jugaba Boca e Independiente. Una lástima.
Total, pasamos 6 días en Buenos
Aires. Nos la caminamos casi toda, recorrimos las principales calles, los
monumentos, hicimos compras, tomamos café, comimos pizza y alfajores. Yo pasé
feliz. Pude imaginármela en sus años dorados, imponente, hermosa, elegante. Hoy
es súper reconocida por el diseño, sus librerías y sus teatros. Y así, yo
enamorada de la ciudad, Euse cansado de caminar, nos despedíamos de Argentina
(por ahora). Un día en la mañana, tomamos un Buque por el Rio de la Plata con
destino a Colonia del Sacramento, en Uruguay, camino a Montevideo donde nos
esperaban nuestros amigos Marcela y Andrés.
Euse ya les contará.
Un abrazo,
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