Caminamos Sur América: Bariloche y el gran Buenos Aires

jueves, 30 de agosto de 2012

Bariloche y el gran Buenos Aires


De Chile salimos con un sabor agridulce. El país es re lindo, tiene gente muy amorosa, amable y familiar, tiene paisajes increíbles y ciudades hermosas, pero su historia al igual que la de los demás países latinoamericanos ha sido difícil y desafortunada. Me duele Chile, al igual que me dolió Bolivia y Colombia. Pero algo muy bonito fue que conocimos a Gabriela Mistral. Así como dijo Euse, nos encontramos con ella sin prejuicio alguno y fue fantástico. Ella creció en el Valle del Elqui, ese lugar especial que decía Euse, donde las energías se te meten en el cuerpo sin saber como, pero te hacen bien. Fue maestra, diplomática, poetisa, madre de su sobrino pero sobre todas las cosas fue humana. Cuando leí en el museo de Vicuña, las frases que escribía sobre la importancia de la lectura, sobre los niños de su valle y sobre el reconocimiento de los pueblos latinoamericanos, supe que era alguien para especial. Me gusta creer que un país o una sociedad definen su “futuro” en la manera en como tratan a sus niños y a sus niñas. Al final, Gabriela donó parte de sus premios para ofrecer espacios de desarrollo personal y educativo para los niños de su valle. Admirable.

Entonces estábamos en Valdivia, una ciudad preciosa que nos recibió y nos despidió con lluvia. En la mañana tomamos un bus vía San Carlos de Bariloche, Argentina. Como a las 3 horas de camino, empezamos a ver los lagos. Esos lagos que son re famosos por estar en el circuito de los 7 lagos, pero que por cada día de tour en bote te cobran 260 dólares. Sin embargo, ese tour debe hacer algunos tramos en bus, porque hay algunos lagos que no se conectan por agua, por lo que toca hacerlo por carretera. Total, nosotros lo hicimos todo por carretera, y si bien no será lo mismo que por bote, es también re lindo. Montañas nevadas, bosques llenos de nieve y ríos, una naturaleza diferente a lo que habíamos visto antes. Luego, pasamos la frontera sin ningún problema y muy pronto estábamos en Bariloche.





Como muchos nos habían dicho, Bariloche es espectacular. A orillas del lago Nahuel Huapi, la ciudad parece Suiza. Casitas de madera con grandes marcos en sus ventanas, chocolaterías y montañas nevadas. En el terminal cogimos un bus hacia Playa Bonita, que está pasando el pueblo de Bariloche, cerca del Cerro Catedral; un lugar donde hay hoteles para todos los gustos al frente del lago. Llegamos al hostal Alaska. Una casita re típica, con una gran cocina, 2 neveras, sala de televisión y unos buenos cuartos. Estaba fantástico. Nos recibió un grupo de argentinos que van todos los años para la temporada de ski y Naty, la dueña del hostal que nos mostró todo lo que podríamos hacer en Bariloche. Entonces, a gusto en el hostal, se nos pasaron muy rápidamente 4 noches y 5 días. 




Descansamos, paseamos por el centro, subimos caminando el Cerro Campanario, que según NatGeo tiene una de las mejores vistas del mundo y visitamos la Colonia Suiza y su mercado de domingo.

Bariloche me pareció re lindo, pero me parece que no tiene una esencia propia. Es Suiza, con sus lagos, sus canchas de ski, sus montañas nevadas y sus chocolaterías. Es hermosa e impactante la vista desde el Cerro Campanario, donde se ven las pequeñas islitas en los lagos, los bosques tupidos y al fondo por lado y lado muchas montañas nevadas.





Es una ciudad costosa, turística y muy visitada por los esquiadores de temporada. Igual, pasamos felices y recargamos energía para lo que sería el gran Buenos Aires.




Salimos para el capital en un bus a medio día. Pasamos casi 24 horas viendo un paisaje hermoso, toda la pampa argentina, donde hay cientos de kilómetros de terreno plano, fincas ganaderas y muy pocas personas. Argentina es un país inmenso.


A Buenos Aires llegamos como a las 10 am. Nos dirigimos a la oficina de turismo donde nos dieron un mapa y tips de lugares para conocer. Compramos la tarjeta del sistema integrado de transporte que incluye el subterráneo y los micros, y tomamos el metro hasta la estación Independencia en el barrio San Telmo. Ahí caminamos 2 cuadras y llegamos al Hostal Pax, en el que habíamos hecho reserva y era uno de los más baratos, 30 pesos argentinos por noche, a cambio extraoficial 5 USD por persona.


Ese primer día, luego de ducharnos, salimos a buscar almuerzo. Decidimos caminar un rato por San Telmo, barrio bohemio por excelencia, donde hay muchas tiendas de ropa de diseñadores independientes, un mercado muy famoso por sus anticuarios y la Plaza Dorrego donde los artesanos se sientan a vender sus artesanías. Luego de una pizza, que es lo más barato que se consigue en argentina, caminamos hasta Puerto Madero. Y ahí, puedo decir que me enamoré de la ciudad. Demasiado lindo es el antiguo puerto. A lado y lado del río, en la costanera, hay restaurantes, cafés y bares. Sergio Calatrava hizo el famoso Puente de la Mujer, que une los dos lados del río y adorna el paisaje. Paseamos por todo el paseo del puerto, observando la arquitectura ecléctica del centro de la ciudad, y disfrutando del silencio de la zona.



Buenos Aires me sorprendió mucho. Iba con mucha expectativa y salí feliz de haber estado ahí. Es una ciudad que resalta su centro histórico y lo respeta. Limpio, caminable, seguro, hermoso. Recorrimos la avenida 9 de Julio, la más ancha del mundo, como 8 carriles para cada lado. El obelisco que se para en el centro y es punto importante de orientación. Visitamos la Plaza de Mayo, donde está la Catedral, el cabildo y la casa rosada, que me pareció re linda y su color resalta en medio del asfalto. Justo ese día que visitamos el centro histórico, en la plaza había una manifestación de organizaciones civiles que reclamaban al gobierno que se nomina de izquierda, un poco de igualdad. Una de las frases que decían y que nos impactó mucho fue “queremos decirle a nuestra presidenta que con 6 pesos no se come”. Varios líderes sociales hablaron e hicieron mucho énfasis en el aumento de precios de la canasta básica y el desempleo. Luego de escucharlos un poco, seguimos nuestro camino hacia la calle peatonal Florida, que está llena de comercio y de gente cambiando dólares.  Algo que me ha parecido muy importante de las ciudades capitales que hemos visitado, es que cuidan mucho su centro histórico, siempre es limpio, seguro y organizado. Todas: Quito, Lima, La Paz, Santiago y Buenos Aires. Y me pregunto porque Bogotá no es así.





En Buenos Aires nos movimos como peces en el agua. Euse me decía que yo seguramente  antes, en otra vida había vivido ahí porque parecía que lo conocía todo. Me orienté muy fácil y además porque el transporte público funciona re bien. Buses para todo lado, metro que llega rápido y fácil, la verdad que es fantástico.

Estuvimos de compras en los outlets de Palermo, recorrimos un sábado el mercadito de la Plaza Serrano, donde en los bares se tiende la ropa de los diseñadores independientes, y casi me vuelvo loca con los diseños. Hay para todos los gustos y de todos los precios. Palermo es un barrio más sofisticado, de restaurantes y cafés, tiendas y parques. 


También caminamos La Recoleta, plazas de todos los países y la famosa plaza de las Naciones Unidas donde se encuentra el monumento Floralis Genérica, una flor gigante que en la mañana se abre y en la tarde se cierra. Hermosísima. 



La Boca, ese barrio cuyo nombre lo dice todo. Nos pareció pintoresco y demasiado turístico. El Caminito, es el museo al aire libre, las casitas pintadas de colores amarillos, azules, lilas, verdes y rojos. En cada restaurante, una pareja bailando tango y un voceador vendiéndote el menú del día.





Es re lindo caminar por ahí, artesanías, pinturas, todo en la calle.






Además, a unas cuadras de Caminito, está la famosa Bombonera. Pintada de amarillo y azul se siente imponente. Justo ese día que queríamos entrar, no pudimos porque jugaba Boca e Independiente. Una lástima.



Total, pasamos 6 días en Buenos Aires. Nos la caminamos casi toda, recorrimos las principales calles, los monumentos, hicimos compras, tomamos café, comimos pizza y alfajores. Yo pasé feliz. Pude imaginármela en sus años dorados, imponente, hermosa, elegante. Hoy es súper reconocida por el diseño, sus librerías y sus teatros. Y así, yo enamorada de la ciudad, Euse cansado de caminar, nos despedíamos de Argentina (por ahora). Un día en la mañana, tomamos un Buque por el Rio de la Plata con destino a Colonia del Sacramento, en Uruguay, camino a Montevideo donde nos esperaban nuestros amigos Marcela y Andrés. 




Euse ya les contará.
 
Un abrazo,




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