Quito
A Quito llegamos cansados, por la
tarde, a eso de las 4. En la terminal del norte, cogimos un metro bus
(articulado) que nos llevó hasta la Y, estación en la que hicimos transbordo a
un trole bus. Los troles son buses articulados también, pero se mueven por
cables de alta tensión, por lo que contaminan menos, y al tener carriles
exclusivos, resultan bastante rápidos. En Bogotá los tuvimos, pero los cables nos parecieron muy feos y los
quitamos. El pasaje nos costo 25 centavitos , y duró unos cincuenta minutos.
De entrada, Quito se mostró
amable, con un sistema de transporte público integrado, eficiente y barato que
nos llevó hasta una parada llamada Colón, desde la que comenzamos a caminar
buscando el barrio la Mariscal. Sin mapa
ni dirección a la cual llegar, seguimos deambulando y preguntando a la gente,
pero por alguna razón, no conseguían darnos la dirección correcta. Las mochilas
pesaban demasiado y la tarde comenzaba a oscurecer, y justo ahí, llegamos a un
hostal llamado “ la familia”, una señora saltó de su silla a recibirnos, con
una sonrisa de orea a oreja y nos ofreció un cuarto gigante con 4 camas, todas
para nosotros, el cual negociamos en 15 dólares la noche.
La cosa prometía, así que salimos
a dar una vuelta por el barrio y resultó que a tres cuadras estaba la zona rosa
de quito(plaza Foch), con decenas de
hostales, pero ninguno tan barato como el nuestro. Para celebrar nuestra
llegada y buena suerte, comimos en un bonito restaurante y nos fuimos a dormir para recuperar nuestras
fuerzas.
El sábado salimos buscando
internet, y al igual que en Otavalo, la plaza Foch tenía internet gratis. Desde
ahí escribimos la anterior entrada del blog, mientras desayunábamos un
chocolate con humitas, (así le llaman a los envueltos de maíz o bollos de
mazorca). El clima quiteño es parecido al de bogotá, solo que un poquito
más extremo, si es frío, es mucho frío,
y si es soleado... tal cual Cartagena. Y
entonces, tal como en Bogotá, luego de un hermoso sol de medio día, se vino el
aguacero, que nos retuvo un par de horas.
Por la tarde salimos a conocer el
famoso centro de Quito, el cual fue declarado patrimonio de la humanidad por
allá en los ochentas. Caminamos una media hora, en la que pasamos por parques
muy lindos, plazas públicas y saludamos a
Ghandi en la plaza India. Cuando llegamos al centro, nos sorprendió la
increíble oficina de turismo, con gente muy amable y espacios coloridos y una
banca para sentarnos y planear nuestro recorrido. Allí, nos enamoramos de
Galápagos, un libro de fotografías nos mostró animales que parecen salidos de
otro planeta, lagartijas del color de la lava, aves con patas azules, iguanas
marinas que parecían gárgolas de piedra y por supuesto las tortugas.
Caminamos el centro lleno de
iglesias y edificios gubernamentales. Acostumbrado a Cartagena encontré pocas
cosas interesantes, pero había algo que me llamaba la atención y era ver a ese
centro cartagenero de mi infancia, donde la gente que había vivido allí por
generaciones mantenían sus negocios de alquiler de ropas, de costura, y venta
de dulces tradicionales, antes de que fueran desalojados para abrir espacio a
millonarios de todo el mundo para hacerse con sus casas de recreo de última
moda. El centro mantiene una estética preservada desde la declaratoria de patrimonio
de la humanidad que lo hace muy bonito, y que ha permitido que siga siendo de los quiteños, y que haya
sido para mi una tele-crono-transportación, un deja vu, un revivir de mi
infancia por las calles de Cartagena.
Al día siguiente, domingo, nos alegramos
de ver muchos ciclistas en la avenida amazonas, a 10 metros del hostal.
Seguimos el ciclopaseo hasta llegar al parque LA CAROLINA, donde disfrutamos de
varias horas de descanso. Ahí, vimos a un grupo de jóvenes practicando
breakdance, algunos saltimbanquis caminando por una cuerda amarrada entre
arboles, niños jugar, y nosotros
simplemente estábamos ahí, como suspendidos en ese lugar cálido.
Luego del parque, quisimos
conocer la Capilla del Hombre. De tantas capillas, !por fin una al hombre!. Para
llegar tuvimos que subir una montaña muy
empinada, unos 25 minutos de sudar tuvieron su recompensa: cuando llegamos el
guardia nos dejó pasar sin cobrarnos por ser domingo, y conocimos la obra de
Oswaldo Guayasamín. Él creó capilla, la construyó, y con su obra nos recordó
que los motivos para hacer lo que uno
hace, las razones para trabajar, la inspiración, la fuerza que se necesita para
conseguir lo inalcanzable, viene del alma, viene de la pasión, viene del amor.
Humanistas quedan pocos, pero este es inmortal, y en su capilla, una luz
permanece encendida esperando a su regreso.
El lunes temprano nos fuimos a
conocer la famosa mitad del mundo. Al llegar encontramos una especie de
ciudadela turística llena de museos sencillos y con un monumento en la mitad
que demarcaba los cero cero cero de latitud. La vaina estaba llena de turistas
de todas partes que se tomaban fotos con un un pié en cada hemisferio; y de
enamorados que compartían un beso a lado y lado de la línea ecuatorial. Ana y
yo decidimos no tomarnos la foto ya que descubrimos que esa no es la mitad del
mundo, los tales sabios franceses la embarraron en sus cálculos y en realidad
la mitad del mundo está situada en un pueblito indígena cercano. Resulta que
los pueblos indígenas de aquel entonces sí habían calculado correctamente la ubicación
del cero cero cero de latitud, de pronto solo bastaba con preguntarles.
Por la tarde volvimos a Quito,
con el objetivo de averiguar la forma de conocer Galápagos, y ahí tuvimos
nuestra primera gran desilusión. Pensábamos que era caro, pero es que es
prohibitivo. Lo más barato es 900 dólares por persona, y son solo 4 días y
prácticamente no se conoce nada. Para hacer un tour completo hace falta tener
3500 dólares y definitivamente nosotros estábamos muy lejos de esa cifra. Fue
doloroso, pero una vez más, de una desilusión Ana y yo conseguimos crear algo
nuevo, una nueva meta, literalmente una nueva cumbre. El Cotopaxi.
El volcán activo más alto de
América, 5898 metros, tal vez nuestro mayor reto. Hoy estamos en Latacunga,
vamos hacia la laguna del volcán Quilotóa a más de 4000 metros de altura, serán
dos semanas de duro entrenamiento para subir el Cotopaxi e inspirados por
nuestro amigo guía Fabián, nos vamos a preparar
como guerreros para cumplir este sueño. En estas semanas subiremos
senderos exigentes, montañas de mediana
altura, y aprenderemos técnicas básicas de glaciar. Vamos siempre con todas las
medidas de seguridad, y con la compañía de un ángel más del camino.
Escribiremos antes de subir el
Coto. Hasta entonces.
Algunos pensamientos y reflexiones de viaje.
Domingo 11 de marzo 2012
Mañana será una semana de viaje, y cuando lo pienso, parece un día,
parece una década. Poco a poco nos vamos convirtiendo en extraños a nuestro
pasado, pequeñas porciones van cambiando, otras mueren y algunas nacen. Por
ahora, sigo el rumbo de adquirir lo que ya sabía, lo que mi corazón conoce como
verdadero. lo demás tan solo me interesa, no me convence.
Hoy, en el parque de la carolina, mientras los niños jugaban, unos
muchachos hacían breakdance, y los amantes del circo probaban con caminar sobre
una cuerda, recordé, me acordé que las cosas del alma superior, la que te
conecta con tu espíritu, son cosas simples. No necesitas más que tus sentidos y
el aliento, respirar y sentir es todo lo que pide tu espíritu para acercarse.
Pero casi siempre estamos acurrucados, cuando simplemente podemos extender los
dedos y tocar la hierba fresca, alzar los ojos al cielo y jugar con las figuras
que se forman cada vez que los cierras y vuelves a abrir, concentrarse en el
sonido de la respiración, en el sonido del chapoteo de los remos en el lago, en
el olor del aire, en la calidez del ser amado. He vuelto a aprender que las
cosas simples, las del alma, están en todas partes donde estés tu. No necesitas
viajar, ni caminar, ni subir montañas, todo lo que necesitas está contigo. La
aventura solo lo hace más divertido. Como dice Ana, solo se trata de estar.
Pensando en la gente que hemos cruzado durante la última semana, tengo
que decir que encuentro factores que nos definen, que al ser esta mi primera
vez en otro país, con otras culturas, apenas empiezo a identificar cosas que
para muchos son obvias. El lenguaje parece convertirse en el vehículo de la
personalidad de los pueblos, ahí se expresa
la bondad, la hospitalidad, la calidez, la envidia, la seriedad, la
jovialidad y quien sabe cuantas características más que conforman esa
personalidad que comparten los ciudadanos de su ciudad y los compatriotas de su
país. Cuando alguien le dice a uno, son solo veinticinco centavitos, de
inmediato el color del día adquiere un tinte azulado, tierno, sentimental, y
digo dame dos, que sean cincuenta centavitos. Por andar en esas, en vez de
andar flaco como me imaginé de mochilero, ahora resulta esta mañana casi no me
cierra el pantalón.
Esa expresión diminutiva y
enternecedora me transporta a cuando era niño... es hablar con bondad, cariño y
comprensión; empiezo a creer que con esa calidez uno se entiende mejor. Así,
los hermanos ecuatorianos se han ido convirtiendo en guías, amigos y consejeros
de nuestro viaje. La amabilidad con la que nos han tratado nos ha deslumbrado,
al punto de que en una esquina son ellos quienes nos preguntan hacia dónde
vamos, qué dirección estamos buscando, y si hay más de uno, se entabla un
debate sobre la mejor manera de llegar a nuestro destino. Gracias a este pueblo
de gente trabajadora y amable, de una belleza cultural que comparten con
orgullo.
Jueves 15 de marzo
A medida que avanza nos hemos
asombrado con lo largo de los días y de las noches. Salir de la rutina no nos
ha significado descansar ni hacer nada. Ahora sin rutinas, se vive más, se
camina mucho, se conocen cosas nuevas a cada minuto. Pronto tendremos que tomar unas vacaciones de las vacaciones,
pero por ahora seguiremos disfrutando de esta intensidad con la que se vive
cada día, sin hastío ni perezas, con pasión y alegría.
Hola Chevi! Hola Ana!
ResponderEliminarque lindas sus palabras y que emocionante el viaje que están haciendo. Gracias por llevarnos con ustedes a través de éste Blog y que compartan sus ensenanzas.
Esa alegría es contagiosa! No he dejado de sonreir desde que empecé a leer :)
Los mejores deseos para el ascenso del Cotopaxi.
Besos y abrazos desde Alemania.
Hola prima, que gusto saludarte, gracias por las palabras y un abrazo grande pa ti y pa Tilo.
Eliminar:)
Cuando estén arriba respiren muuuuy largo y profundo y luego cuando nos veamos me dan un abracito con el aire de uno de los techos del mundo. Los quiero. Puentes
ResponderEliminarMuchos dias sin saber de ustedes.....Como les va?
ResponderEliminarUn poco tarde pa responder, pero te cuento que ya vamos en Argentina, vamos felices y pronto estaremos de vuelta. un abrazo y saludos a las chicas y al marido de Brisbaine
Eliminar