Caminamos Sur América: El Oasis de Huacachina

martes, 22 de mayo de 2012

El Oasis de Huacachina


El Oasis de Huacachina


El lunes, partimos hacia Huacachina, un oasis del que habíamos leído y que prometía cumplir mi deseo de conocer y jugar en la dunas. El viaje duró 5 horas hasta que llegamos a Ica, una ciudad en pleno desarrollo, especializada en el aguacate o la palta como le llaman. Llegamos de noche, con un hambre terrible, y los sanduchitos de palta que venden en la calle por todas partes, nos demostraron que para nosostros la mejor comida resulta ser esa, la que come la gente que sabe, y además la más barata.

De Ica tomamos un taxi a Huacachina que nos cobró 6 soles y que nos llevó a un hostal justo en frente de la laguna. De noche, las dunas parecian gigantescas nubes que tocan la tierra, y el paisaje era totalmente indescriptiblle, no podía hacerme a la idea de qué era lo que veía en la oscuridad. Pero el viento frío nos llevó a dormir pronto y tuvimos que quedarnos con las ganas de ver lo que había. 

A la mañana siguiente quedamos embrujados por el extraño paisaje de las dunas gigantescas, como montañas colosales que parecían paredes de color arena a apenas 100 metros y que amenazaban con desplomarse encima de ti si al viento le daba la gana de soplar.  Decidimos  quedarnos más de las 2 noches planeadas, así que fuimos a recorrer las 2 calles de huacachina en busca de un hostal más barato y en efecto lo conseguimos, se llama Desert Nights y además de barato (15 soles) es muy bueno. Tiene a tres tipos que hacen de toderos: Julio, Choka y Nemías, los tres dicen ser de la selva peruana, y en su ingles improvisado atienden y entretienen a los turistas con una mamadera de gallo con mucho estilo, como diría Ana.








El negocio: Manillas y Malas
En Huacachina decidimos empezar nuestro negoccio y futura industria artesanal de manillas en mostacilla con la técnica de tejido de los Nukak Makú del Guaviare. En el encuentro con mi papá en Guayaquil, Ana se enamoró de la manilla que él llevaba, y decidimos que ese era el negocio para compensar nuestros excesos de comodidad en el viaje. Así que estando en Lima  investigamos, fabricamos los telares, compramos la materia prima e hicimos la prueba, y la vaina nos encantó, aunque es muy trabajoso, los resultados fueron muy bonitos. 

En Guayaquil, también compramos los insumos para nuestro otro producto estrella: las Malas Budistas. Ana lleva una y varias veces intentaroon comprarsela, así que por qué no hacerlas y vender. Pues resulta que han gustado mucho y el contenido espiritual atrae a los viajeros. 

La venta ha sido rara porque no acabamos de tejer la manilla o de hacer la mala cunado ya nos la han comprado. La gente espera a que esté lista y se la llevan con una sonrisa de satisfacción que nos hace pensar si no las estaremos vendiendo muy baratas a 20 soles. Pero bueno, el tema es que si alguien visita Huacachina, puden ver que Julio y Choka, llevan puestas manillas nukak y malas budistas.





Buggies y sandboard en las dunas.

Inesperadamente lo más interesante del oasis no es el agua, sino el desierto lleno de pirámides de arena. En todas partes alquilan tablas de sandboard y ofrecen tours para pasear por las dunas y descender de ellas en una tabla. Ana y yo decidimos hacer el tour por 35 soles, así  que a eso de las 4 de la tarde nos embarcamos en el carro tubular de 10 personas y a pocos minutos de camino, mientras especulabamos sobre el por qué los cinturones de seguridad  parecian como de transbordador espacial, una bajada como de 90 grados de inclinación nos dejó el estómago vacío y nos confirmo que estábamos en una montaña rusa por las dunas Del desierto peruano.Subimos y bajamos varias dunas durante 40 minutos y fue realmente extremo y excitante, simplemente no se puede creer.


Al rato, subimos una duna muy empinada y el carro se detuvo; nos bajamos y nos dieron tablas de sandboard y en filita nos fuimos lanzando por lo que parecía ser un golpe seguro. Resulta que la experiencia es indescriptible, demasiado emocionante, muy rápido, una vez más es increible. Ahí quedan los videos.





 Así subimos y bajamos unas 5 dunas más, hasta que  nos empezábamos a marear. Fue entonces cuando nos dirigimos a la duna más alta para ver el atardecer. Hermoso. 


Ahí ana y yo hicimos un poco de sandboard de pie, y la vaina no me parecio tan dificil, así que en una proxima oportunidad intentaré  bajar las dunas grandes de pié.

Felices del paseo seguimos descansando y tejiendo, conociendo viajeros y gente del lugar, comiendo hamburguesas de garbanzo, arroz chino vegetariano (aqui le llaman chaufa) y disfrutando de la paz del desierto. Ahora estamos en Arequipa, luego de 12 horas de bus, sólo puedo decir que a huacachina hay que ir, aún más si no conoces las dunas y de paso nos saludan a Nemías a Choca y a Julio from the jungle.
:)




6 comentarios:

  1. locos al fin leo esto!! ya comieron comida peruana de verdad????
    Tenemos que hacer eso mismo en Dubai :)

    Un abrazo enorme,

    Juan C


    PS Me imagino la quitada de arena después en lugares no deseados jajaja

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    1. La quitada de arena duró tres días, pero valió la pena. y tu qué, cómo va la vida de casados en el desierto?

      Un abrazzo pa los dos

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  2. La felicidad que le dio a Gustavo Enrique de ver al negro lanzarse por una duna, creo que debió haberse filmado. Le dio el mismo vacío y todo!
    Me encanta todo lo que han visto y también que a quienes leemos sus aventuras, nos llevan en este blog como si estuviéramos en un bolsillito siendo pepe grillos.
    Mis amores, los quiero.

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  3. Si buenas para lo de la actualización del blog...........

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    1. Viej Choki, gracias por el empujoncito. Ya estamos en ritmo.

      Un abrazo y saludos de parte de Ana

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  4. Que delicia nunca dejar de ser niños, mejor mirar el mundo con ojos de niño que con ojos de anciano...Adelante!

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